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La tecnología es una caña

Al avión en que venía de Madrid se le han estropeado los horizontes. Igual que, por otra parte, también les ocurre a muchos (mira que me ha costado no añadir la palabra ‘políticos’ detrás y dejarla aquí como anécdota).

La azafata nos ha pedido que nos quedaramos sentados, por supuesto todos nos hemos levantado y hemos empezado a pedir agua, a sufrir claustrofobia, a pedir que nos dejasen bajar convencidos de que el avión se iba a estrellar si intentabamos despegar después de la reparación.

Un señor sentado delante de mi asiento le ha preguntado a la azafata: “¿Qué es eso de los horizontes?” y la azafata sin apenas mirarle ha respondido: “Es un problema técnico”. Pienso que esta breve conversación resume perfectamente los problemas de nuestro tiempo: nos tratamos los unos a los otros como imbéciles desde nuestro rol en cada momento sin dedicar ni medio segundo a pensar.

Los horizontes son la prueba de que el mundo es plano, señor mío. Allá donde termina tenemos un horizonte. Reconozco que esta teoría mía choca con el concepto de horizonte vertical, pero eso debe ser un término técnico también.

Hemos estado varias horas de más en el avión.

Demos gracias por que al avión sólo se le hayan estropeado los horizontes y no se le ha roto también el paisaje como ocurre en otros lugares.