Skip to content

Ofuscado

Periódicamente experimento epifanías de tontería. Ideas simples y obvias que nunca se me habían ocurrido y que he conseguido evitar como un Houdini de la realidad de repente se me aparecen y me dan dos bofetadas en la cara: ¡pero como puedes ser tan tonto!

La primera que recuerdo, y seguramente la más espectacular, es cuando caí en que los escapados de la Vuelta a España no eran a la vez fugados y no los perseguía la guardia civil, sino que iban en cabeza. Me pasé mucho tiempo perplejo intentando entender por qué el cronista deportivo hablaba con tanto entusiasmo de ellos y cómo funcionaba la carrera si había gente que se escapaba a las primeras de cambio. ¿Por qué participaban, si luego se iban a dar el piro? ¿Acaso iban obligados? Y el resto, ¿por qué corrían como un rebaño de ovejas, todos juntos? ¿Nadie quería ganar? Imaginé varias posibles explicaciones acordes con aquella época de VHF y UHF, a cuál más delirante.

Nada me cuadraba, si algunos se escapaban, ¿cómo los pillaba luego el pelotón? ¿Eran tan tontos que no se les ocurría tirar por otro camino? ¿Acaso los capturaba la guardia civil y los integraban de vuelta a la fuerza? Le dí tantas vueltas al asunto que al final acabé asqueado de ciclistas y dejé de ver la Vuelta y, por extensión, cualquier carrera con bicicletas. Aún hoy las evito. No fue hasta un par de años después de dejar de pensar en el asunto, cuanto yo ya tenía 11 o 12, que oí una crónica de las que tanto me habían apabullado y, sorprendentemente, todo encajó de repente.

¿Cómo se entiende algo así? Cuando lo cuento la gente no me cree, pero es totalmente cierto, me pase gran parte de la infancia agobiado buscando razones para que hubiera gente en maillot huyendo de motoristas uniformados. Mi cerebro tomó un camino equivocado y se negó por completo a considerar otras opciones.

A medida que he ido creciendo he ido encontrando otros obstaculos similares y poco a poco he ido desarrollando un método que aplico con éxito. Si alguna vez me apabulla mi incomprensión de lo que está sucediendo, hago una lista de todas las explicaciones que se me ocurren para explicarlo, por peregrinas o incoherentes que sean y luego dejo reposar el problema hasta que me vuelvo a encontrar fortuitamente con él. Suele ocurrir que la mezcla de sorpresa y cocción sosegada en el paleoencéfalo provoquen la bofetada catalizadora del conocimiento.

Cuando en ocasiones falla, me doy cuenta de que lo mío con la Vuelta es de aficionados.

{ 1 } Comments

  1. fosfa | 03/08/2007 at 13:31 | Permalink

    No entiendo un carajo. Pasamos al siguiente.