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Velocidad

Estos días se habla mucho de Josep Pérez Moya, director del Servei Català del Transit y uno de los cinco héroes que rescataron a la humanidad de un destino mucho peor que circular a 80 km/h por autopistas de peaje. Visionario incansable, sigue ofreciéndonos perlas del pensamiento que uno ya no sabe si son observaciones sagaces del comportamiento humano indetectables para el común de los mortales y que él recoge cuidadosamente y nos presenta como un espejo en el que reconocernos o directamente fantochadas. Sea como sea, y endeudados como estamos con él por su sacrificio (recordemos que por salvarnos tiene el cráneo lleno de pota extraterrestre), queremos ayudarle en su incansable afán de hacernos sentir vértigo.

Propongo un plan en cinco medidas para que todos lleguemos a experimentar sensaciones de pánico y descontrol al volante y que no requiere del dispendio que supondría repintar todas las vías.

La primera medida es instituir la fabada matinal para conductores, si queremos hacer país podemos optar por las mongetes sin butifarra, pero lo importante es instaurar un almuerzo contundente a base de legumbres a primera hora de la mañana. Evidentemente, será necesario establecer controles de metano en puntos estratégicos de las vías catalanas en los que los mossos puedan comprobar que hemos cumplido con el precepto primero. Si hacemos esto con regularidad, independientemente de la amortiguación que lleve el coche en que circulemos notaremos una vibración persistente que naturalmente asociaremos con la velocidad.

La segunda medida consiste en montar luces estroboscópicas en cada túnel de la red viaria para aprovechar la paradoja del andante alucinante. Estudios punteros demuestran que la sensación de inercia al volante combinada con la lentitud percibida como resultado del parpadeo frenético induce un pánico que, provocando epilepsia sólo en un porcentaje menor de individuos, naturalmente asociaremos con la velocidad.

La tercera medida implica cambios en la señalización de las vías. Esta labor resultará de menor coste que la delineación de carriles inadecuados por la reciente experiencia de que se dispone en este campo, recordemos la codificación de todas las carreteras en que se pasó de letras y números fácilmente olvidables a otras letras y números aún menos memorables. Propongo ahora que se vuelvan a cambiar todos los letreros y señales, haciendo borrosos los trazos y escribiendo en proyección cónica. Conviene cambiar también la forma de las señales situadas lateralmente, pasando de círculos y cuadrados a óvalos y trapecios. El impacto de semejantes indicaciones en nuestro nervio óptico provocara un cambio en nuestra sensación de profundidad que naturalmente asociaremos con la velocidad.

La cuarta medida es una oportunidad para aumentar los ingresos a la par que trastornar aún más los sentidos del conductor. Será responsabilidad del conductor instalar el aditamiento homolgado para la conducción en percepción de velocidad distorsionada en el salpicadero sobre el volante. El dispositivo será un simple secador de pelo en posición de viento huracanado y conectado a un detector de la señal de terror que emitirán los paneles de colores que decoran nuestras carreteras recordándonos lo capullos que somos que nos la meten doblada y encima tiene que gustarnos porque es por el medio ambiente y la seguridad. Puede opcionalmente, cederse el permiso de instalación de dicho adminículo a los chapistas que verán mermados sus ingresos potenciales si la medida de trazado estrecho no ve la luz finalmente. Debidamente tasado, por supuesto. En cualquier caso, el flujo de aire orientado directamente a nuestro rostro nos hará temblar los párpados y zumbar los oidos, lo que naturalmente asociaremos con la velocidad.

La quinta medida no juega con nuestras percepciones sino que directamente nos enfrentará con la esencia del miedo vertiginoso. Todos los coches de los mossos de escuadra pasarán a circular en intervalos de 5 minutos alternativamente al límite de la vía y a 15 km/h, con las sirenas a todo trapo e independientemente de las condiciones del tráfico. Circular a 80 km/h tras un coche de la policia que bruscamente pase a 15 km/h hará que se nos pase la vida por delante de los ojos y eso, naturalmente, lo asociaremos con la velocidad.

No perdamos el tiempo preguntándonos cómo es diferente circular despacio pero pensando que nos la vamos a pegar de ir a toda velocidad pensando lo mismo, ni por qué es más seguro. La deuda que tenemos bien vale unas pocas muertes en accidente y otras pocas (más, pero no fácilmente atribuibles) debidas al estrés que genera sentirse un títere en manos de cretinos.