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Balance del año 2008

Aquí son ya pasadas las ocho de la mañana del jueves día uno de enero. En un más difícil todavía, tras acudir anoche junto con otros mil millones de personas al templo Yasaka, acabo de comerme las doce uvas para cumplir con el rito en que somos entrenados desde niños. No contaba con que aquí las uvas tienen el tamaño de ciruelas y tengo todavía unas cuantas atascadas en la garganta y los mofletes colgando como los de un hamster por la tensión a que han sido sometidos.

Es el momento perfecto para hacer balance del año 2008.

Recordemos cuáles fueron los propósitos para el año que acaba de terminar:

  1. Mantener la continuidad
  2. Desarrollar la memoria
  3. Elegir y persistir

Sobre mantener la continuidad.

En el año 2008 publiqué 18 entradas. Si lo comparamos con el año 2007 veremos que ese año ¡también publiqué 18 entradas! Es como si lo hubiera hecho adrede. Podría cínicamente emplear este dato irrefutable para sostener que he mantenido la continuidad de forma exquisita, pero no lo haré, porque no era ese el espíritu de la letra y aquí, en este cuaderno, sabemos que la única manera de conservar la confianza de los lectores es siendo honestos. Poner la verdad por encima de todas las cosas, aun si eso nos hace quedar mal, redunda en tener la seguridad de que todo cuanto digas, por peregrino que parezca, será tomado con la veracidad debida al venir soportado por tamaño andamio de evidencias.

Por ello debo confesar que no he cumplido con mi aspiración. Durante el año 2008 perdí la continuidad espacio-temporal en una ocasión: el día 10 de julio, un jueves como hoy pero en caliente, a las 13:14 y 30 segundos. Distraído por las oscilaciones de las nalgas de una transeúnte en minifalda no alcancé a reprimir un hipído justo cuando me llevaba la mano a la cara para estornudar, todo ello producto de una combinación maldita típica del verano japonés: atracón por la cara en un restaurante gélido por la aplicación indiscriminada de aire acondicionado. Inmediatamente salté a las 13:17 y 45 segundos de ese mismo día, momento en que miré las fotos de mi cartera atajando el hipo de golpe.

Así pues: no, por poco.

Sobre desarrollar la memoria.

Recordar lo que me propuse hace un año ya debería ser suficiente argumento. Al final no he tenido que recurrir a ningún método especial, aunque me ha decepcionado el poco brío de la comunidad biotecnológica hacker, esperaba al menos mil o dos mil propuestas, con sus gráficos en 3D y documentos encriptados. Suerte que no ha hecho falta, resulta que ponerse a estudiar un idioma en que la diferencia entre una palabra y otra consiste en un pequeño trazo en la esquina superior izquierda de un garabato cuya presencia fónica en el lenguaje hablado difiere en medio fonema de otras trescientas de significados divergentes estimula la retentiva.

Un rotundo sí a este empeño.

Sobre elegir y persistir.

Un comentario previo a la valoración. Son un acierto las reglas de selección breves y fáciles de recordar, en consecuencia, rojo, dulce y follar han sido criterios que han guiado mi camino durante el 2008 y les he cogido afecto. Desgraciadamente rojo y dulce son las que resultan en una aplicación más amplia, quedando el deleite corpóreo en segundo plano, aunque he tenido la suerte de poder combinar el almibarado placer con la opción azucarada en dos ocasiones a lo largo del año. Esta cursilería no es casual.

No puedo decir lo mismo de la otra heurística propuesta, es demasiado complicada para ser aplicada sin la ayuda de un ordenador, pero sin demasiados problemas he comprobado que cualquier asunto que requiera solución inmediata puede resolverse ajustándose creativamente a las tres pautas remarcadas anteriormente. Los problemas complicados que quedan al margen de este trío director pueden ser valorados empleando la norma laboriosa con papel y lápiz o utilizando la siguiente prueba de que cuando era joven pasé demasiado tiempo delante del ordenador:

> file=opciones; sort $file | head -n `expr \`date +%j\` "%" \`cat $file|wc -l\`` | tail -n 1

Sólo funciona en sistemas operativos decentes o apañados y es la versión 2.0 de la regla propuesta a principio de año, que en lugar de aplicar el módulo 29 hace módulo del número de opciones. Lo único que hay que cambiar es la palabra en negrita “opciones” por el nombre del fichero que contenga las opciones a cribar, una por línea.

Por lo demás, este año además de elegir he persistido. Prueba de ello son el actual periplo japonés, el nanowrimo completo y esta misma entrada.

También sí.