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Pum (para A.)

Uno de los soniquetes más escuchados desde la jerarquía eclesiástica últimamente es que la homosexualidad, sin desmerecer a los que la padecen, es una enfermedad mental. Yo estoy de acuerdo.

¡Uy lo que ha dicho!

Pero creo que profundizan poco en el estudio de la psique humana. Con un poco de introspección se darían cuenta de que la fe es una enfermedad mental aún más grave.

¡Pero este tío de qué va! ¿No era un facha?

En realidad cualquier idea que mantengamos excluida de posibilidad de revisión acaba fermentando y comiéndonos las neuronas.

Sí, sí, ahora intenta arreglarlo. Ya tienes en contra a los homosexuales y a la iglesia. Aunque bien pensado… ¡te lo estás currando, chaval!

Debemos aprender a desterrar el futuro del presente cuando afirmamos cosas como “me gustan las mujeres”, “soy comunista”, “creo que el actual gobierno de Israel es genocida” y acostumbrarnos a ver estas afirmaciones como lo que son, un estado mental que puede ser pasajero, sólo una percepción de la realidad expuesta a reconsideración, una manera de explorar nuestras ideas y comunicar nuestras circunstancias a los demás para posibilitar la comprensión mutua y enriquecernos con otros puntos de vista.

Tú lo que eres es un puto relativista inmoral. Llevaos a los niños de aquí, no vaya a mancillar sus pequeñas mentes dúctiles e inmaculadas… ¡o violarlos!

Con todo esto lo único que quiero decir es que pienso que los enfermos son los que se creen en posesión de una única verdad y no tienen el valor de admitir que pueden haberse equivocado, que puedan haber pasado así una parte importante de sus vidas. Los que creen que un solo aspecto de sus vidas define quiénes son.

¡Calla ya! Puto pederasta rojo machista defensor del holocausto. ¡Las antorchas, traed las antorchas!

Especialmente los que piensan que por el hecho de llevarles la contraria se les está agrediendo y está justificado cualquier medio para acabar con el atrevimiento, los que piensan que Dios necesita que ellos corrijan las faltas cometidas por los que no creen en Él ninguneando a su propio Creador con la idea de ser indispensables para Su Plan, los que creen que criticar una cosa implica necesariamente pertenecer a los que atacan a sus valedores, los herederos de la gloria de un imperio, los defensores de una patria, los paladines de una raza, los que ven más allá de lo que se puede ver adivinando las intenciones y secretos más ocultos y los que creen que nuestras mentes necesitan su protección.

¡Apuntad bien! El primero que acierte tiene asegurada la Gloria.

Esos son los enfermos y merecen nuestra conmiseración.

¡Blasfemo! ¡Facha! ¡Pervertido! ¡Terrorista!

Y tratamiento.

¡Pum!