¿Hasta dónde se enamora uno?

La respuesta tradicional a esta pregunta es: hasta las trancas, pero la etimología no está clara y no lo entiende nadie; o es una grosería.
Otras acciones tienen límites anatómicos claros: hundirse hasta las cejas, hartarse hasta la coronilla, cabrearse hasta los huevos. ¿Cómo admitir que enamorarse no disfrute de fronteras similares? ¿Qué puede hacer uno [...]