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Capítulo 2

La bola se hace grande

Son bien conocidas las causas del primer cataclismo, pero es menos conocido el catalizador: el alcaudón migratorio, o más bien un reportaje que emitió la televisión malawiana en la noche del anuncio de BIONETA sobre el cambio en sus costumbres y su preferencia por los alambres de espino que habían aparecido por doquier en la parte norte del país. Baranda Banda, presidente de La Pequeña Malawi, como pasó a ser conocido brevemente el país tras la autodeterminación forzosa, encontró la luz que se reflejaba desde tiempo inmemorial en la orilla del país. El Otro Dr. Banda, como gustaba de ser llamado,

– Doctor en personas, no de personas – según sus propias palabras,

sintió mientras veía el reportaje que se zambullía en el lago y que los espíritus del agua y de la tierra le liberaban de siglos de tiranía y opresión, de todas las capas que como una cebolla habían ido impermeando su corazón hasta aislarlo de la realidad de su herencia primitiva.

Sus primeras declaraciones por la CNN fueron vestido con una piel de león.

– Malawi agradece sinceramente a BIONETA el impulso que ha dado a su economía y lamenta que hayamos llegado a esta situación de enfrentamiento indeseado, esperamos encontrar una solución a la satisfacción de ambas partes e invitamos a Björn Blevins a unas jornadas para establecer la relación fraternal que corresponde entre vecinos con lazos tan estrechos como nosotros. Como muestra de nuestra voluntad de cordial entendimiento, el Sr. Blevins será recibido con honores de jefe de estado.

Los siguientes acontecimientos ya han pasado al imaginario popular y es difícil que necesiten ser recordados: Björn Blevins, presidente de BIONETA, fue recibido con honores de jefe de estado, apaleado en la plaza pública y su cabeza empalada en una de las rejas del jardín presidencial por el mismísimo Dr. “en personas” Banda. Exactamente tres horas después de la retransmisión del linchamiento, La Pequeña Malawi era un páramo arrasado en el que sólo vivían las larvas de los insectos que ponían sus huevos bajo tierra, aunque eso no se sabría hasta mucho más tarde. Simultáneamente las embajadas de Malawi en todo el mundo explotaban de forma coordinada. La última imagen en todas las cámaras de video: una réplica de BN-23 llamando a la puerta.

BIONETA lamentó en un comunicado la fatalidad del destino y advirtió de lo innecesario de organizar cualquier tipo de represalia, recordando lo impredecible de la ira de Dios y asumiendo unilateralmente las labores de descontaminación de lo que había sido brevemente La Pequeña Malawi. Una nación orgullosa y honesta que había tenido un momento de lamentable confusión, pero que renacería de sus cenizas como parte de la gran nación de BIONETA que la acogía en su seno de forma permanente, incluyendo el Lago Malawi y su “salida al mar”, con la esperanza de contar con la aprobación de Tanzania y Mozambique. A esta última nación le proponía hacerse cargo de la gestión administrativa de la sección norte del país por encima del río Zambeze, por la dificultad que iba a suponer gestionar un país dividido por la prohibición con efecto inmediato de sobrevolar o navegar tanto el río como el lago y la entrada en efecto de una zona de 12 millas de seguridad alrededor de la desembocadura del río considerada también de tránsito restringido. Aprovechó el mismo comunicado para reclamar un puesto permanente en el consejo de seguridad de naciones unidas y en el G8, proponiendo la adopción de la denominación de G9 o la expulsión de uno de los otros países miembros, a conveniencia del grupo.

La Pequeña Mozambique, como daría en llamarse la nueva república con frontera norte en el río Zambeze accedió de mala gana a ceder parte de su territorio a la naciente (como nación) BIONETA, cosa que podría comprobarse en su apoyo a la Primera Incursión Estoica.

La señal extraterrestre seguía resonando en el maltrecho centro de investigación de vida inteligente en el espacio, construido en lugar desconocido y desatendido durante el invierno, por lo que nadie había hecho nada al respecto. Todavía.

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