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Lluvia

Afuera llueve. Fenómenos meteorológicos adversos conspiran para mantenernos encerrados dentro de casa este fin de semana. Con la ciudad adormilada han llegado los habituales apagones de tráfico y los fallos de suministro de peatones en los semáforos. La civilización como la conocemos se desdibuja y las calles quedan a merced de los caprichos de la naturaleza.

La lluvia es como los artistas, compulsiva e insensible a los demás. No le importa si acabas de limpiar el coche o llevas toda la semana esperando para irte de paseo a la sierra. Cuando ha engordado suficiente baja de las nubes para aguarte el fin de semana como una valkiria sudorosa y a veces estridente.

Esto no es tan malo como suena: la lluvia llena nuestros pantanos, hace crecer nuestros bosques y llena de charcos las calles para que nuestros hijos chapoteen en ellos. Lo cierto es que sin lluvia viviríamos en un desierto, por ello es importante averiguar por qué últimamente llueve tan poco. Mientras las gotas se deslizaban por mi ventana como lágrimas del viento, he visto en tan lamentable metáfora la explicación de tanta sequía y dejadme que os diga que en verdad lo que he visto no es bueno.

Las explicaciones científicas achacan los trastornos en el clima al calentamiento global provocado por diferentes factores, muchos de los cuales son introducidos por el hombre. Esto son paparruchas. En lo único que aciertan los científicos es en que es culpa del hombre, pero no por los gases, aerosoles y el efecto invernadero: sino por la piratería. El hombre desde tiempos inmemoriales ha robado ideas de la naturaleza: del mar copiamos las olas en los estadios de fútbol, del aire aprendimos a condicionar las casas que habíamos elaborado a semejanza de las cuevas en diferentes dimensiones y precios estalagmíticos y de la lluvia copiamos el riego por aspersión, la ducha y las batallas de vino espumoso en las carreras de motor. Y ¿qué ha pasado? La naturaleza se ha rebelado. Los mares cada vez llevan menos peces y están más sucios, las cuevas se llenan de hongos y borran las pinturas prehistóricas y la lluvia está triste, se ha escondido y sólo cae en fin de semana.

Es posible que no me creáis, pero las pruebas están ahí, a la vista de todos. Y razonamientos parecidos se ven a diario, sin ir más lejos en el ministerio de cultura y pagados por todos.