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Sueños

Hoy he soñado con mi amor del colegio: mi primer amor. Ha sido el típico sueño inocente en que nos encontrábamos en un ascensor dentro del autobús y ella llevaba dos pelícanos colgados en los aros de las orejas. Inmediatamente yo me he percatado de la especial significación que tenían y hemos acabado desayunando espageti boloñesa en un café a orillas del rio mirándonos a los ojos. Unos ojos llenos de promesa…

Y aquí ha llegado la vejiga reventona y me he tenido que levantar a orinar. Al volver, medio dormido todavía, he intentado seguir el sueño, pero mi amor virginal se me ha escapado entre flores y campanas y, de entre todas las cosas en el mundo universal, macedonias de fruta. Ya no la he vuelto a ver y tampoco he dormido demasiado bien.

Al despertarme me ha sentido bien y luego mal: tumbado al lado del amor de mi vida siéndole infiel con el espejismo de un deseo pre-adolescente. Y aquí estoy dándole vueltas a cómo escribir sobre ello y a si dejar pasar la pedantería de la última frase.