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Evolución

Falta sólo un día para que todos mis sueños de triunfar antes de los cuarenta se vayan al carajo y sin embargo estoy tranquilo. Una de las ventajas de pasar la crisis de los cuarenta cuando tienes treinta y cinco es que llegas más relajado a la cita real. Por supuesto, una de las desventajas es que de esta forma el momento pierde aquella emoción indescriptible de saber que va a subir el telón y se van a desatar las neurosis.

En situaciones así lo mejor es una causa perdida, algo que puedas hacer tuyo sabiendo que no tiene remedio, que hagas lo que hagas no lo podrás sacar adelante, para esforzarte sabiendo que estás condenado a fracasar y conseguir así esa desesperación que te mereces. Mejor si además lo que defiendes no tiene justificación posible, de otra manera podrías perder todo ese sufrimiento al calor de la virtud moral.

Por todo lo anterior y también para romper mi sequía de alguna manera, me propongo renovar las tesis del diseño inteligente en contra de la evolución, haciendo mía su causa. Me molesta el trabajo tan lamentable que están haciendo los verdaderos creyentes intentando subvertir la ciencia con su interpretación insostenible del método científico y sus lecturas sesgadas de la observación empírica. Es demasiado fácil para los científicos rebatir sus argumentos, como vemos todos los días.

Tengo la ventaja de no tener ni la más remota idea de las ciencias naturales, incluidas la física y la química, y una idea muy somera de las exactas. Considero esto una ventaja porque creo que el objetivo de cualquier defensor del diseño inteligente debería ser demostrar sin ninguna duda que el ámbito de aplicación de las ciencias creadas por el hombre no alcanza la explicación de lo divino, a diferencia de la interpretación por la fe que sí permite explicar cualquier cosa. Donde cualquier cosa es cualquier cosa. Me pone malo ver como los que deberían portar la antorcha de la creatividad que prendieron sus mayores se dedican desde hace tiempo a polémicas peregrinas que nada hacen para defender la realidad imaginada, esto es, la fe.

Voy a empezar por comentar un artículo del campo escéptico que he leído recientemente.

Me ha molestado principalmente el título: Los creacionistas son tan poco imaginativos (es así, con retintín, en el original). Vamos a ver, estamos hablando de gente que cree en un ser omnipotente y omniscio que creó el mundo en seis días y descansó el séptimo y que se manifiesta simultáneamente como tres, uno de los cuales es él mismo, el otro su propio hijo y el tercero un elemento místico. Seamos serios, hay multitud de adjetivos para ellos, pero tener poca imaginación no debería aparecer en la lista ni como combinación de las letras individuales del resto.

El artículo pretende refutar con un razonamiento deductivo la teoría de la descendencia común, empleando como argumento la relación directa que hay entre similitudes y diferencias en las cadenas de aminoácidos de dos especies y lo cercanas o lejanas que estén ambas especies, viendo en esta distribución evidencia de evolución a partir de un ancestro común. Por supuesto esto tiene una explicación bien simple que no tiene nada que ver con la evolución: etiquetado.

El diseñador inteligente del universo hizo lo mismo cuando creó a sus criaturas que hacemos nosotros al envasar nuestras conservas, les puso etiquetas. En nuestro caso, las etiquetas de un tarro de mermelada de manzana Golden y uno de Granny Smith serán más similares entre sí que a la de un tarro de jalea de ciruela; lo mismo pasa con una vaca, un ciervo y una lagartija, las cadenas de aminoácidos de los dos primeros son más parecidas entre sí que a las de la lagartija porque así es como el creador eligió etiquetarnos, lo que estamos viendo es el diseño divino de nuestros nombres. El creador tardó seis días en diseñar el mundo y en esos seis días creó un sinfín de criaturas, lo que leemos como evolución con nuestras limitadas posibilidades no son más que coincidencias en el título.

¿Significa esto que los científicos están equivocados en todo lo que piensan y todo su edificio empírico se tambalea? Por supuesto que no, los científicos, con la razón que Dios les ha dado observan su obra y extraen conclusiones valiosas, a veces equivocadas. La principal ventaja de observar desde la atalaya de la fe es que podemos ser condescendientes. El método científico es un procedimiento valioso por el que el hombre que no ha sido tocado por la gracia divina puede avanzar en el conocimiento del mundo que le rodea en el plano físico. Por supuesto nunca conseguirá entender la realidad en toda su magnificencia por ese camino, pero que no tengan trascendencia no es motivo para quitarle a un niño sus juguetes, sólo hay que hacerlo cuando se pueda hacer daño con ellos.

Y eso es lo que tenemos que vigilar, no enmarañarnos en discusiones irrelevantes cuando sabemos bien que tenemos algo superior a la razón. Debemos velar por que los descubrimientos que haga la humanidad en sus juegos científicos no la condenen a la oscuridad.

Poner en duda la realidad divina porque creéis que sabéis leer las etiquetas del creador es jugar con fuego. Niños científicos, por favor seguid jugando con vuestras teorías, incluso con la de la evolución si os hace disfrutar. A veces jugando también se consiguen avances, pero por favor, sabed que más allá de vuestros pequeños horizontes resplandece el sol de la verdad, no lo neguéis por imaginar que alcanzáis a ver más allá.