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Independencia y cabreo

Últimamente nos llueven las noticias a una velocidad que hace imposible su proceso, sólo podemos reaccionar y en muchos casos la única reacción instantánea posible es el cabreo.

Cabreo porque parece que una vez votamos ya no importa lo que pensemos y los políticos pueden hacer lo que quieran y además echarnos la culpa y cargarnos con la responsabilidad. No importa lo que nos prometieran. Y que a nadie se le ocurra quejarse: ¡terroristas!.

Cabreo porque parece que somos demasiado vulnerables para conocer la realidad, así que hay que ocultárnosla y si pedimos transparencia responder con un silencio transparente.

Cabreo porque parece que la crisis la originaron unos inconscientes que compraron pisos que no podían pagar pero luego resulta que hay varias clases de inconscientes:

  1. Los inconscientes que pensaron que iban a pegar un pelotazo “comprándose” un piso que luego venderían tras haber pagado apenas 12 meses de interés por el doble de su valor: esos pagan.
  2. Los inconscientes que tras independizarse de sus padres se encontraron con que no tenían más remedio que hipotecarse 40 años pagando más de lo que podían mensualmente y no se plantearon alquilar, porque es tirar el dinero: esos pagan.
  3. Los inconscientes que construían pisos como quien planta lechugas y especulaban con terrenos y pisos: esos pagan.
  4. Los inconscientes que financiaban los pisos vendiendo hipotecas por encima de su valor, a compradores que tenían pocas posibilidades de poder pagar el piso y ninguna garantía de que en el caso de no poder iban a poder recuperar el dinero, posibilitando todo la anterior: a esos les pagamos entre todos.
  5. Y nos olvidamos de los “inconscientes” que hacen aeropuertos y monumentos y palacios oficiales que nadie necesita y cuestan mucho más de lo que deberían: esos están por encima del bien y del mal.

Cabreo porque los ricos cada vez son más ricos y los demás parece que tenemos que ayudarles.

Cabreo porque los catalufos somos unos insolidarios y no debería importarnos que nos recuerden que se persigue al español en Cataluña, a pesar de que todos hablemos también español, y que como les tocamos las pelotas y hablamos raro, aunque nunca seremos españoles no nos van a dejar marchar, hasta ahí podríamos llegar: nazi-onalistas (de la balanza fiscal no hablo porque no tengo suficientes datos, pero estoy seguro de que con transparencia por todas las partes sería bien fácil llegar a una conclusión objetiva).

Cabreo porque ahora la independencia es la panacea, no es necesario hacer un plan para salir de la crisis, nos separamos de Espanya y todo será cojonudo.

Cabreo porque la policía parece más un ejército de descerebrados reparte hostias que un cuerpo de seguridad ciudadana.

Cabreo porque los talibanes de las respectivas religiones creen que sus dioses necesitan que al resto nos castiguen. ¡Coño!, pero si ya vamos de cabeza al infierno, ¿qué cojones necesitan dios, alá o el monstruo de las galletas que un imbécil con una cruz a cuestas o un turbante en la cabeza o el pelo teñido de azul nos dé un empujoncito aquí en la tierra? Eso sí que es arrogancia: Dios no necesita vuestra ayuda, Él solo se basta y se sobra, panda de gusanos.

Cabreo por no entender lo que pasa, pero estar seguro de que ellos tampoco.

Cabreo por inútiles, por ser incapaces de ordenar nuestras propias vidas e ir a remolque de esta caterva de incompetentes.

Y entonces te das cuenta de que el cabreo no lleva a ningún lado y resulta que la independencia sí es la solución, que Ikea tenía razón pero no llegó los suficientemente lejos:

Primero independencia de las autonomías. Luego separación de las provincias, seguida de secesión de las ciudades. Inevitablemente los barrios querrán gestión particular de sus recursos, seguidos de las manzanas, bloques, pisos y puertas, hasta que finalmente en cada familia nos independicemos los unos de los otros y cada uno por su cuenta se convierta en su propio dueño: ni patrias, ni reyes, ni gobiernos.

Entonces podremos empezar a hablar los unos con los otros de igual a igual, sin movernos de unos cuantos hechos fundamentales:

1- nadie es mejor que tú
2- tú no eres mejor que nadie
3- no te vas a llevar bien con todo el mundo
4- nadie tiene derecho a decirte cómo debes vivir
5- tú no tienes derecho a decirle a nadie cómo debe vivir

Todo ello, por supuesto tras terminar todos nosotros nuestros programas de enriquecimiento de uranio y convertirnos en potencias nucleares independientes.

Y entonces empezamos a hablar, o volamos por los aires.

No hay futuro.