Un huevo sentado en una pared intentando seguir impulsos dormidos en sus genes durante generaciones se balanceaba peligrosamente de un lado a otro.
— ¿Por qué actúo de manera tan temeraria? — se preguntó.
Pensó y pensó, y aunque mil ideas se agolparon en su mente mientras caía, sólo una tenía fuerza suficiente para ser pronunciada:
— ¡Maldito seas Humpty Dumpty y malditos sean todos tus descendientes!
Es por eso que desde entonces los huevos salen del culo de las gallinas en lugar de crecer en los árboles.