Estoy enfadado últimamente. Me he dado cuenta de que los problemas que nos planteaban en matemáticas en el colegio no tienen mucho sentido y creo que han alimentado todo lo que nos está pasando.
Ejemplo
Si tienes 3 manzanas y te dan 2.
¿Cuántas manzanas tienes?
Nadie te da dos manzanas: las manzanas que has cultivado tú, en la tierra que pagas por labrar, se las vas a dar tú a alguien que tiene miles de manzanas ya. Ese problema es un cuento de hadas destinado a disparar tu ilusión y crearte la expectativa de que van a lloverte las manzanas.
Me diréis, "¿y las restas?". ¡Ay, las restas!
Contra-ejemplo
Si tienes 5 manzanas y le das 2 a tu amigo.
¿Cuántas manzanas tienes?
Le das dos a tu amigo. Nadie te las quita, no estás obligado, es por la bondad de tu corazón. La vida es bonita.
El mundo de hoy en día no funciona así. Ya sé que no descubro nada a nadie, que el trabajo dignifica, y que para tener miles de manzanas hay que currárselo. Sin embargo, hace tiempo que ese discurso de que cada uno tiene lo que se merece es mentira. Y encima, hay cada vez más gente sin manzanas, y los manzanos se están muriendo.
Entiendo que si trabajas diez veces más, tengas diez veces más.
Pero ¡¿cómo vas a trabajar mil millones de veces más que otra persona?!
Está claro que no es posible.
Entonces, ¿cómo es posible gente con mil millones de manzanas?
La respuesta es que no es posible, que nadie trabaja mil millones de veces más que otro y que en algún lugar del camino nos hemos perdido y hemos dejado que nos roben.
El camino en sí era difícil, no es que seamos unos alelados que no saben hacia dónde ir. Hay gente buena y gente mala, y no podemos escribir un manifiesto y esperar que todos se vuelvan buenos (te miro a ti Marx, el comunismo es una bonita utopía, como el critianismo sin el misticismo, pero no una solución real).
Una solución real requiere educación, para que todo el mundo pueda abrir los ojos y ver dónde está, y requiere hachas, para poder cortarles las piernas a los que ponen obstáculos insalvables a los demás.
Sin embargo estos días, las hachas las fabrican los malos.
Podríamos seguir así, unos en la gloria y la mayoría padeciendo y consolarnos con que el camino es duro y el sufrimiento dignifica, pero está cada vez más claro que el camino que seguimos desemboca en un acantilado. No puede ser que nos dirijan hacia él cuatro gatos envueltos en terciopelo protegidos por un ejército de, hoy, idiotas o mezquinos a sueldo, y mañana, robots descerebrados. Lo que va a pasar es que tarde o temprano nos vamos a caer todos juntos.
Aquí es donde muchos proponen una revolución, pero no tengo mucha confianza en las revoluciones: cambiaremos mínimamente las cosas para tomar un camino un poco más largo hacia el mismo acantilado. Mucho sufrimiento para pocos resultados.
No tengo un plan, pero sí algunas ideas para cambiar las cosas:
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empecemos por el asco. Nos deberían dar asco, sin matices, las siguientes cosas:
- los "billonarios": por lo antes expuesto, si alguien es capaz de creerse que se merece todo ese dinero, no puede encima esperar que los demás le adoremos. Vomitemos a su paso.
- los mercados financieros: jugar a las apuestas con la posibilidad de que pasen cosas sin que haya nada debajo que sostenerlo nos ha traido ya bastantes desgracias como para aguantarlo más. No aporta nada a la humanidad más que gente rica y gente pobre. Sintamos su peso en el estómago.
- el crecimiento económico: esto es de párvulos, una cosa no puede estar siempre creciendo. Debería dislocarnos el cerebro que el primer objetivo del orden mundial sea priorizar el crecimiento, por encima de las personas, por encima del planeta, por encima de todo. Tomémonos un respiro y notemos la náusea.
- las empresas no cooperativas: si tienes que contratar gente para hacer un trabajo y les pagas un sueldo independiente de los beneficios de la empresa, lo que haces es desligarlos de la riqueza que están produciendo. Los ladrones deberían provocarnos arcadas.
- los políticos de carrera: la política debería ser una representación del pueblo, pero en estos tiempos, los partidos están cerrados y el acceso a los medios controlado por los poderosos; así que nos encontramos con que no tenemos dónde elegir, porque todo está ahí para mantener el statu quo. Regurgitemos en sus caras.
- el ejército y la policía: no digo que no sean necesarios en el mundo real, pero debería ser requisito para entrar asumir que es una vergüenza pertencer a ellos, y no un orgullo. Más aquí y aquí.
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con asco veremos que hace falta calmar nuestros estómagos y para ello solo es necesario dejar de consumir lo que nos da retortijones:
- "billonarios" por el proceso de eliminarlos. Y no me malentendáis, no me refiero a guillotinarlos, aunque ganas tengo, sino a convertirlos en poco millonarios. Cien-millonarios sería un buen límite. Estoy dispuesto a aceptar el desvarío de que alguien puede ser cien veces mejor que otro. Si ganan más de cien millones, todo lo de más pasa al estado para su gestión. Seguirían dando asco, pero menos.
- mercados financieros por el proceso de eliminarlos. Ni idea de cómo se haría eso, pero estoy seguro de que la mayoría ni nos enterariamos ni los echariamos en falta. Bancos centrales y fin de los bancos de inversión.
- crecimiento económico, sustituirlo por índice de satisfacción. El objetivo debería ser crecer en bienestar para todo el mundo, no hacer más cosas. ¿Para qué tanta prisa?
- empresas al uso, convertirlas todas en cooperativas. Pero, pero, me diréis, el capital, las inversiones, la gestión. Tenemos ordenadores, basta de entidades jurídicas y volvamos a los préstamos personales.
- los políticos, por sorteo. Si somos de verdad todos iguales y hay unas bases para obligarnos a serlo en mayor o menor medida, no importa quién esté al mando. Se hace una lotería y se cubren los puestos al azar de entre todos los ciudadanos. A la ateniense. Y si alguno se desmadra, cuando se le pase el turno nos empieza a dar asco, le hacemos llevar capirote durante unos años y le bajamos el límite a diez-millonario.
- el ejército y la policía deberían seguir existiendo, pero introduzcamos elementos de humillación para que solo los que tengan vocación de servicio puedan entrar.
Y al final resulta que he escrito un manifiesto. Pues vaya pérdida de tiempo.