Skip to content

Vecino

Estos días que estoy apagado he recordado la historia de Sócrates de Gorgias (no confundir con el célebre filósofo de Atenas). Oscurecido por la sombra de su coetáneo, pero indudablemente conocido de Platón, que le dedicó un diálogo aunque no tuvo valor para hacerle protagonista, este primer Sócrates vivió los últimos treinta años de su vida arando el mismo surco a orillas de un rio entre crecidas.

Llegó a los treinta años a vueltas sobre diferentes teorías filosóficas de las que no ha quedado nada más que la frase “cambiar más que el de Gorgias” referida por Cicerón en uno de sus discursos menos conocidos. La noche exacta en que cumplía treinta años, el inconstante Sócrates soñó con un arado en el ejercicio inútil de labrar un surco que las aguas borraban apenas nacía a lo largo de todo el lecho de un rio. Al despertar descubrió la afinidad de su vida con el surco y, siendo un filósofo hermético, decidió predicar su lección con un ejemplo futil, en el que persistió los treinta años exactos que vivió a partir de entonces.

Las fatigas de mi paisano jurquero me han traido la historia a la cabeza. Tenemos un vecino que tose por las noches. Tose con fuerza como si tuviera un pesar en los pulmones. Tose y brama como un toro, incluso las noches sin luna. Y cuando lanza su furioso bufido golpea con su cabeza las paredes, con su cabeza y con sus cuernos. Nuestro vecino es un Minotauro sin laberinto, encerrado en el sótano de lo que antes era una tienda de golosinas y yo estoy buscando a su Teseo, en la forma de policia profesional, que venga y lo detenga. O le corte la cabeza. Otros colegas asurcanos intentan métodos alternativos, apelando más a su lado bovino le incitan con gritos y chasquidos, esperando que se parta la crisma en uno de sus embates. De momento no hay suerte y el vecino sigue acometiendo muebles y ladrillos noche sí y noche también.

Me preocupa que dentro de treinta años, tanto él como yo hayamos dejado la misma huella en el mundo.

{ 1 } Comments

  1. Monica | 28/03/2007 at 22:39 | Permalink

    No la misma. La suya es amarga y futil (algun dia se ahogara con sus mocos o se partira la crisma), la tuya es (y sera) suave pero dura a la vez de forma que cuando el mar intente arrastrarla lo unico que conseguira es protegerla de aquellos que intentan que desaparezca.
    No se porque pero al leerlo me he puesto triste, no lo he podido evitar y mi lagrima se a evaporado para ir a formar parte del mar