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Compromiso

Mi voto ya al primero que se comprometa a montar un gobierno transparente en dos años o dimitir si no lo consigue.

Me da igual si nos hundimos en la mierda, el paro sube al 85% y empezamos a comernos a los niños crudos, sólo pido que alguien haga el esfuerzo de convertir la administración en una casa de cristal y lo fije en la constitución.

Quiero poder consultar todas las cuentas de todos los organismos públicos. Esto incluye detalles de todos los gastos incurridos por los funcionarios en el desempeño de sus funciones. Cuando digo funcionarios, por favor que se entienda que hablo de cualquier persona que desempeñe un cargo en cualquiera de las tres áreas: ejecutiva, legislativa y judicial, a cualquier nivel. Hemos empezado a pensar en los “altos cargos” como líderes y lideresas.

Quiero actas públicas de todas las reuniones por pequeñas que sean (con grabación, no transcripción).

Quiero que todas las grabaciones con cámara de seguridad, las conversaciónes teléfonicas y todos los mensajes electrónicos (e-mail, sms, tweet,…) publicados y recibidos desde/en dispositivos electrónicos financiados por el contribuyente sean grabados automáticamente. Quiero que los jueces y abogados tengan acceso a todos los archivos almacenados en dichos dispositivos en caso de necesidad. Quiero estadísticas públicas en tiempo real de todos ellos (en funciónamiento, no, cuántos, cuando, …). Quiero que la ausencia demostrada de cualquiera de ellos sea motivo de despido.

Quiero cámaras en todos los coches patrulla y en todas las comisarías, en el congreso y en el parlamento.

Quiero que todos los funcionarios lleven identificación en un chaleco obligatorio por delante y por detrás, a lo policía alemana, y quiero que el no llevarla en el desempeño de las funciones sea motivo de despido. No hablo de policías únicamente, ministros incluidos.

Quiero ver el resultado de todos los estudios que se realicen.

Quiero ver qué estudios conducen a qué decisiones, por ejemplo, quiero ver los pros y los contras de aceptar rebajarle los impuestos al promotor de EuroVegas, entiendo que alguien habrá hecho un estudio y decidido que es rentable ¿no? pues quiero poder consultar ese estudio.

Quiero que los cargos electos asuman la realidad de su vida de servicio público y su compromiso con los votantes de cumplir con lo prometido. Quiero contratos electorales, con un programa y quiero explicaciones razonadas para cada desviación, incluyendo el porqué de la promesa inicial, las circunstancias que motivan la divergencia y los resultados esperados.

Quiero análisis de resultados, estadísticas individuales y generales de todos los organismos y funcionarios públicos, especialmente en los centros de salud.

Quiero que la ausencia reiterada de la información anterior sea motivo de despido del responsable de cada área. Que cada vez que un porcentaje a decidir de los responsables que dependan de un mismo grado superior sean despedidos, el responsable superior también lo sea.

Quiero poder verlo todo sin tener que pedirlo, sólo apuntando mi navegador de internet a lo que quiera ver. Aceptaría que el acceso fuera encriptado y únicamente para los ciudadanos con derecho a voto, pero no que tuviera copyright. Quiero poder publicar toda la información pública que me de la gana si lo considero necesario.

Y todo esto no es para satisfacer mis ansias pirómanas, no quiero humillar públicamente al primero que tome una decisión equivocada ni reirme de la gente, sí quiero no tener que pedir la dimisión del primero que tome una decisión sin elementos de juicio o para enriquecerse personalmente, quiero que eso sea automático. Quiero poder saber por qué pasan las cosas que se hacen con mi dinero y en mi nombre. Un gobierno democrático es una muestra de fe en la honestidad de las personas por parte de los votantes que debe ser respaldado con actos altruistas por parte de quien lo forma, eso es algo que no he visto nunca.

¿Quieres mi voto? Pues ya sabes que necesito.

PD. Me da igual la independencia en uno y otro sentido, me puedo llevar bien con pocas personas o con muchas, pero no siento que mi identidad peligre por pertenecer a un grupo y otro. No entiendo el concepto de patria, pero si los de complicidad y orgullo por pertenecer a un grupo de personas que pueden vivir juntas sin pisarse las unas a las otras, quiero formar parte de ese grupo sea del tamaño que sea.

Zen

Después de unas semanas de tensión y de ejercicio del poder, por fin ha llegado y pasado el 25S. A mi me ha dejado con las histaminas en pie de guerra, por eso esta mañana me han provocado un sarpullido los comentarios del ministro del interior y de nuestro siempre presente en ausencia presidente del gobierno.

El primero calificando la actuación policial de extraordinaria… Estoy seguro de que no es fácil ser un policía antidisturbios ni organizar un servicio de vigilancia (no represión) de una manifestación. Puede ser un ambiente de riesgo, especialmente si uno se encarga de calentar el ambiente con anterioridad y tiene algún tipo de conciencia de merecerse lo peor.  Pero cuando hay que recurrir a la violencia, hay sospechas de agentes infiltrados provocando, leña y punto, hay acoso a la prensa, se carga en los andenes y se persigue a destiempo, aunque todo ello sea fruto de la incompetencia y no haya motivos turbios detrás, para felicitar de esa manera sin pararse a averiguar lo sucedido es necesario cierto grado de cinismo que no parece compatible con el cargo que desempeña.

El segundo envía desde USA su reconocimiento a la mayoría de españoles que no se manifiesta (por favor, si no habéis visto el vídeo, vedlo). La verdad es que no sé por dónde empezar, quizás por los intereses de vuelo corto. Eso lo dice, despreciando el sentir de millones de ciudadanos, el máximo dirigente de un país en crisis  que lo único que está haciendo desde que llegó al poder es una política de vamos a gastar menos a ver si cuadramos las cuentas por arriba. Esta claro que el mensaje no es “vamos a trabajar para desarrollar políticas de crecimiento y apechugar todos desde arriba hasta abajo intentando que todos podamos vivir dignamente,” sino “no os quejéis que sois unos insolidarios, estad calladitos y seguid aguantando que hay que mantener el statu quo”.

El PP está haciendo una labor educativa ejemplar desde el gobierno, como un maestro zen que te da un garrotazo cuando te despistas saliendo del vacío de la meditación, los miembros de nuestra administración nos van dando calambrazos para que aprendamos a mantener cierta paz interior, amén de un equilibrio entre el miedo y el enojo.

O tal vez es para despistarnos y mientras nos entretenemos con algarabías e indignaciones ellos siguen con el rodillo, aplastando la masa.

Mantengamos la cabeza fría y la piel de gallina.

Independencia y cabreo

Últimamente nos llueven las noticias a una velocidad que hace imposible su proceso, sólo podemos reaccionar y en muchos casos la única reacción instantánea posible es el cabreo.

Cabreo porque parece que una vez votamos ya no importa lo que pensemos y los políticos pueden hacer lo que quieran y además echarnos la culpa y cargarnos con la responsabilidad. No importa lo que nos prometieran. Y que a nadie se le ocurra quejarse: ¡terroristas!.

Cabreo porque parece que somos demasiado vulnerables para conocer la realidad, así que hay que ocultárnosla y si pedimos transparencia responder con un silencio transparente.

Cabreo porque parece que la crisis la originaron unos inconscientes que compraron pisos que no podían pagar pero luego resulta que hay varias clases de inconscientes:

  1. Los inconscientes que pensaron que iban a pegar un pelotazo “comprándose” un piso que luego venderían tras haber pagado apenas 12 meses de interés por el doble de su valor: esos pagan.
  2. Los inconscientes que tras independizarse de sus padres se encontraron con que no tenían más remedio que hipotecarse 40 años pagando más de lo que podían mensualmente y no se plantearon alquilar, porque es tirar el dinero: esos pagan.
  3. Los inconscientes que construían pisos como quien planta lechugas y especulaban con terrenos y pisos: esos pagan.
  4. Los inconscientes que financiaban los pisos vendiendo hipotecas por encima de su valor, a compradores que tenían pocas posibilidades de poder pagar el piso y ninguna garantía de que en el caso de no poder iban a poder recuperar el dinero, posibilitando todo la anterior: a esos les pagamos entre todos.
  5. Y nos olvidamos de los “inconscientes” que hacen aeropuertos y monumentos y palacios oficiales que nadie necesita y cuestan mucho más de lo que deberían: esos están por encima del bien y del mal.

Cabreo porque los ricos cada vez son más ricos y los demás parece que tenemos que ayudarles.

Cabreo porque los catalufos somos unos insolidarios y no debería importarnos que nos recuerden que se persigue al español en Cataluña, a pesar de que todos hablemos también español, y que como les tocamos las pelotas y hablamos raro, aunque nunca seremos españoles no nos van a dejar marchar, hasta ahí podríamos llegar: nazi-onalistas (de la balanza fiscal no hablo porque no tengo suficientes datos, pero estoy seguro de que con transparencia por todas las partes sería bien fácil llegar a una conclusión objetiva).

Cabreo porque ahora la independencia es la panacea, no es necesario hacer un plan para salir de la crisis, nos separamos de Espanya y todo será cojonudo.

Cabreo porque la policía parece más un ejército de descerebrados reparte hostias que un cuerpo de seguridad ciudadana.

Cabreo porque los talibanes de las respectivas religiones creen que sus dioses necesitan que al resto nos castiguen. ¡Coño!, pero si ya vamos de cabeza al infierno, ¿qué cojones necesitan dios, alá o el monstruo de las galletas que un imbécil con una cruz a cuestas o un turbante en la cabeza o el pelo teñido de azul nos dé un empujoncito aquí en la tierra? Eso sí que es arrogancia: Dios no necesita vuestra ayuda, Él solo se basta y se sobra, panda de gusanos.

Cabreo por no entender lo que pasa, pero estar seguro de que ellos tampoco.

Cabreo por inútiles, por ser incapaces de ordenar nuestras propias vidas e ir a remolque de esta caterva de incompetentes.

Y entonces te das cuenta de que el cabreo no lleva a ningún lado y resulta que la independencia sí es la solución, que Ikea tenía razón pero no llegó los suficientemente lejos:

Primero independencia de las autonomías. Luego separación de las provincias, seguida de secesión de las ciudades. Inevitablemente los barrios querrán gestión particular de sus recursos, seguidos de las manzanas, bloques, pisos y puertas, hasta que finalmente en cada familia nos independicemos los unos de los otros y cada uno por su cuenta se convierta en su propio dueño: ni patrias, ni reyes, ni gobiernos.

Entonces podremos empezar a hablar los unos con los otros de igual a igual, sin movernos de unos cuantos hechos fundamentales:

1- nadie es mejor que tú
2- tú no eres mejor que nadie
3- no te vas a llevar bien con todo el mundo
4- nadie tiene derecho a decirte cómo debes vivir
5- tú no tienes derecho a decirle a nadie cómo debe vivir

Todo ello, por supuesto tras terminar todos nosotros nuestros programas de enriquecimiento de uranio y convertirnos en potencias nucleares independientes.

Y entonces empezamos a hablar, o volamos por los aires.

No hay futuro.

La distancia

(trastornando hechos reales: mi trabajo me va a matar)

En 37 años había recorrido innumerables distancias: 187 centímetros desde el suelo, 16 centímetros cargados de dudas hasta la taza del wáter, casi 17 kilómetros en movimientos sacádicos observando canalillos y culos furtivamente, 1231 increíbles kilómetros de placer solitario que no habían provocado callos ni en el cilindro ni en el pistón… las cifras eran precisas, pero de pronto, sin aviso, se había encontrado con una que no sabía medir.

Tenía casi todos los datos: la primera vez que la vio les separaban 576 centímetros y le llamaron la atención sus pendientes, aros de oro de 46 milímetros de perímetro, eso y su sonrisa de 73 milímetros en un arco de 31 grados. Se dieron 2 besos en las mejillas recorriendo distancias de 76 centímetros, unos besos próximos, el inicio de una intimidad cómplice. Luego se separaron, distancias medidas en kilómetros que le habían asustado, pero que habían superado a fuerza de 10 metros y 56 centímetros de billetes de avión.

La primera distancia negativa fue torpe, un beso apasionado donde hubiera bastado una caricia en los labios. Esa misma noche llegaron al límite de lo posible, escasamente por encima de la media, un acercamiento, una anti-distancia, y una parábola de más de 3 metros de trayectoria balística en el clímax que dejó una mancha de humedad en la pared y provocó carcajadas de amplitud diafragmática combinada próxima a la profundidad de la comunión.

El sol y la luna recorrieron distancias parejas por el cielo mientras se fueron conociendo mejor.

En el pasado sus palabras habrían requerido rollos de cinta magnética, separadas por longitudes que hubiera necesitado medir con una regla. Ahora, gracias a la ciencia, sus palabras podrían convivir a tan sólo 64 nanómetros las unas de las otras. No sería necesaria ninguna migración que las acercara y corrompiera el registro.

Todo era medible, menos la distancia que le preocupaba, la distancia que requería los cristales transparentes que él sabía que no poseía en ese momento. La distancia hasta la realidad.

Disculpas

Ayer teníamos una cita, pero voy a llegar tarde. Os propongo que nos veamos el viernes que viene en su lugar.

ACTUALIZACIÓN (2/3/2012) Ya veis que ando un poco inconstante. Esta noche tenemos una cita diferente para rellenar.

Se busca inquilino

A finales del año pasado tuve una secuencia de tres experiencias paranormales, dos de ellas compartidas con mi mujer.

La primera fue saliendo los dos juntos del parking con el coche, notamos un golpe a la derecha mientras salíamos del parking marcha adelante, aunque estábamos bien separados de la pared. Ella fue la primera en darse cuenta de que el retrovisor estaba plegado ¡hacia delante! y el espejo se había resquebrajado, algo lo había golpeado en la misma dirección de la marcha, algo que avanzaba más rápido que el coche.

La segunda también fue compartida y en el mismo parking, que debe estar construido sobre un antiguo cementerio íbero. El edificio se hunde cuatro plantas en el suelo y está infestado de mosquitos, como si la momia del mismísimo Imhotep estuviera emparedada en el hormigón. Esperando al ascensor el otro día vimos uno acechando sobre nuestras cabezas, así que lo intenté espachurrar de un manotazo, pero fallé. Aún así, el mosquito se deshizo ante nuestros ojos dejando una mancha negra desdibujada. Sólo se nos ocurren dos explicaciones, o bien realicé un kamehameha inconsciente o el mosquito no era tal, sino un espectro que dejó atrás la sombra cuando lo importunamos.  Nos inclinamos por la segunda opción, aunque de vez en cuando intento proyectar energía para encender electrodomésticos e interruptores de pared, por si acaso llevo un superguerrero dentro.

La tercera fue en solitario, pero no por ello menos real. Estaba fregando unos platos cuando de pronto, a mi derecha, el agua en una jarra sobre el mármol empezó a agitarse sola. Mientras intentaba determinar si se trataba de un temblor exógeno o endógeno noté como me atravesaba un escalofrío y a mi izquierda se empezó a mover una bolsa de plástico que colgaba de una silla. En unos segundos, todo volvió al reposo.

Lo había guardado todo en un rincón de mi cerebro como una vivencia apropiada para alguna sobremesa entrada en copas, pero nunca había aflorado en las circunstancias apropiadas, a mi el vino y los licores me hacen pensar en mujeres y hablar de política.

Pero esta semana pasada han sucedido dos cosas que me lo han recordado por relevante.

La primera tiene que ver con el peregrinaje que han iniciado mis piezas dentales hacia las llanuras del juicio, antes ocupadas por muelas del mismo nombre pero que ahora, habiendo quedado libres hace años, otros se afanan por conquistar. Las muelas avanzan con la decisión de las tropas mongolas por Eurasia, pero sin aprender de su disciplina logística. Así, sin retaguardia van dejando huecos por los que se cuela la comida, especialmente los trozos fibrosos de carne, que se acumulan hasta herir las encías.

La segunda fue un resfriado, algo que no me había sucedido en los últimos once años. Yo los resfriados no me los curo, los desatiendo. Hago caso omiso a los síntomas, pero no sufriéndolos en silencio, sino directamente no creyendo en ellos de forma similar a como ignoramos los ateos la realidad de Dios desde el punto de vista católico, con vehemencia. Edifico fortificaciones entre mis sentidos y los efectos de la contaminación que la hacen diáfana y cargo mosquetes figurativos en mi tronco cerebral que hasta ahora habían volatilizado cualquier incursión que se atreviera a saltarlas, pero este resfriado parecía haber estudiado los tratados de sitio de Vauban y me ha sometido a un duro castigo que ha terminado conmigo intentando toser flemas que se agarran a mis pulmones con garfios afilados.

Dichos acontecimientos posibilitaron sucesos que me hicieron pensar brevemente que estaba poseído. Un trozo de carne desprendido violentamente con un palillo desapareció en mi boca y una flema recalcitrante se soltó de mis bronquios para desaparecer antes de la faringe. Se me ocurrió que aparte de empujar, pulverizar y agitar, uno de los poltergeist que habita mi entorno cercano había buscado el calor de mi cuerpo y acechando por mis aparatos respiratorio y alimentario se entretenía desintegrando proyectiles. En ambas situaciones en seguida me di cuenta de que no era tal la realidad, el pliegue de mi mejilla y la encía ocultaba medio pollo y el otro medio pollo salido de mis pulmones debía haber atravesado vertiginoso y sin rozar el conducto hasta alojarse silencioso en la parte superior de la nasofaringe.

Y esos destellos de preocupación momentáneos no me los he podido quitar de la cabeza, al principio por miedo, ese miedo idiota producto de demasiadas películas absurdas de güijas y exorcismos, y luego por interés. ¿Qué tendría de malo una simbiosis? Ceder parte de tu calor a un pobre espectro que a cambio eliminaría material de deshecho de tu cuerpo. No le veo más que ventajas, especialmente al practicar una labor sedentaria que tiene sus particulares riesgos profesionales.

Nos vemos el viernes que viene con una presentación.

Tercera entrega: publicando en la tienda Kindle de Amazon

Primero:  descargo de responsabilidad.

  1. Haz lo que quieras, esto es todo opinión y no muy firme siquiera.
  2. Yo tengo un ordenador Apple con Mac OS X, si tienes Windows, seguro que dispones de otras opciones.
  3. El camino que he seguido ha sido guiado por la desesperación y no es en absoluto exhaustivo.
  4. Todavía no he visto cómo queda el libro publicado (ahora mismo está en proceso de publicación, así que en teoría quedan 12 horas para que pueda comprarlo).

Segundo: sobre el proceso de escribir.

No importa dónde escribas tu libro, mientras sea un ordenador. Si escribes a mano o escribes en una máquina de escribir, aunque sea la que utilizó el mismísimo Orwell para escribir 1984, tarde o temprano tendrás que pasarlo a un ordenador o contratar a alguien para que lo haga.

¡Ahórrate ese paso extra!

Yo escribí la novela en LyX, pero mientras no permita exportar a epub no te lo aconsejo para libros electrónicos por lo que sigue.

Tercero: sobre la travesía.

Primero me di cabezazos contra muchas paredes:

  1. LyX -> HTML: resultado una porquería.
  2. LyX -> DOC: resultado, otra porquería.
  3. LyX -> PDF: resultado, una joya inservible, necesitamos HTML o texto plano, pero recuérdalo si quieres publicar en papel.
  4. LyX->RTF: resultado, increíblemente, una porquería, no sé bien si es por la instalación que tengo, porque me parece bastante improbable que no funcione bien.

Así que decidí copiar todo el texto desde LyX y pegarlo en Word, porque había leído que es posible convertir desde ahí a formato mobi (Kindle) fácilmente.

Mentira.

Al cortar y pegar se perdió todo el formateo del texto y tuve que re-editarlo a mano en Word, un par de horas aburridas, sobre todo por el penúltimo capítulo con los diálogos formateados como una obra de teatro.

Siguiendo las instrucciones que había encontrado, lo guardé en formato doc, no docx, desde una máquina Windows, no con el Word de Mac, que por lo visto es para darle de comer aparte.

Ahora viene lo divertido, hay que generar un mobi y tenía tres opciones: MobiPocket Creator (para Windows), KindleGen o Calibre.

Las dos primeras resultaron un asco y produjeron los problemas que mencioné en la primera etapa, así que me faltaba Calibre, pero calibre no trata bien el formato doc, así que primero tenía que convertirlo otra vez.

Cuarto: ¿una solución?

Leyendo por internet encontré una referencia a pandoc y me pareció interesante: escribes en formato texto plano con unas reglas específicas y te lo convierte directamente a epub formateado.

Con algún pero.

Los diálogos del penúltimo capítulo pierden la sangría. Eso no me importó demasiado y no lo he arreglado.

Sin embargo, si tienes diálogos en español que empiecen por un guión, pandoc interpretará que quieres empezar una lista y generará un infierno de listas en el XHTML que va dentro del epub.

Para arreglar eso, descomprimí el epub (que no es más que un zip), y edité todos los chX.xhtml que contenían la cadena “<ul> (lo hice en vim con ayuda de unas macros).

Y entonces, después de modificar el idioma en content.opf, tuve que regenerar el epub:

zip -0Xq name.epub mimetype

zip -Xr9Dq name.epub *

Una vez terminado todo esto, todavía no tenía nada que pudiera publicar, había que crear un mobi. Afortunadamente, Calibre sí funciona como se supone:

  1. cargué el epub en mi biblioteca de Calibre,
  2. edité los metadatos para convertir mi primer apellido en apellido en el orden de búsqueda,
  3. añadí la tapa que había preparado (png de 500×800)
  4. y convertí a mobi, asegurándome de configurar la conversión para que el índice apareciera al principio (MOBI output en la ventana de conversión).

Y listo.

Quinto: la próxima vez.

  1. La próxima vez voy a editar el libro en texto plano, capítulo a capítulo.
  2. Convertirlo en XHTML con un script sencillito para ahorrarme el dolor de reformatear todas las líneas de diálogo.
  3. Generar el resto de ficheros que hace falta
  4. Hacer el paso de Calibre tal cual.

Nos vemos el viernes 13 con una entrada normal sobre fantasmas.

2012: segunda etapa

Amazon está revisando el libro, si todo va bien debería estar publicado en la tienda Kindle en las próximas 48 horas.

Daré aviso en cuanto sea así para que os lancéis todos a comprarlo como estáis deseando.

La tercera etapa será corta: escribiré una entrada explicando el proceso que he seguido para publicar el libro y las soluciones que he encontrado a los problemas identificados en la entrada anterior, todo para el lanzamiento oficial del libro, o si Amazon se demora, para el 8 de enero.

Hasta pronto.

2012: primera etapa

El año pasado se abalanzó sobre mi con una furia que me hizo imposible planificar nada: no hubo propósitos, así que tampoco hay balance. Ha sido un año de barbecho tormentoso y espero que haya cumplido su cometido.

Al 2012 lo llevo viendo venir hace tiempo, mi primer impulso para el año nuevo fue revisar los propósitos que vengo arrastrando desde 2008, a saber:

  1. Evitar las erupciones
  2. Nadar cerca de la superficie
  3. Elegir y persistir
  4. Mantener la continuidad
  5. Desarrollar la memoria
  6. Cerrar los ojos (y embestir)
  7. Abrir los ojos (y registrar)

Y me parecen bien, los mantengo como focos vitales generales, pero este año quería marcarme objetivos más concretos y menos abstractos, así que lo que voy a hacer es encadenar una serie de metas claramente definidas que pueda olvidar una vez completadas, un tour del 2012.

La primera etapa se cumple con esta entrada.

Segunda etapa: Publicación de “La etiqueta del asesino”en Kindle.

El libro está revisado y listo, pero me están frenando tres problemas:

  1. El índice deja de ser índice al convertir al formato mobi y queda hecho un asco.
  2. Los diálogos del penúltimo capítulo pierden la indentación.
  3. No sé bien qué pasa si publico el libro con la misma licencia Creative Commons que tiene la versión sin revisión, no entiendo los términos de Amazon sobre las reglas de distribución. He hecho una consulta a Amazon y si no consigo respuesta para el día 5, lo publicaré sin licencia Creative Commons.

Son las metas volantes de esta segunda etapa que termina el 5 de enero, nos vemos entonces.

Y si tienes alguna sugerencia, déjala en los comentarios, por favor.

¿Hasta dónde se enamora uno?

La respuesta tradicional a esta pregunta es: hasta las trancas, pero la etimología no está clara y no lo entiende nadie; o es una grosería.

Otras acciones tienen límites anatómicos claros: hundirse hasta las cejas, hartarse hasta la coronilla, cabrearse hasta los huevos. ¿Cómo admitir que enamorarse no disfrute de fronteras similares? ¿Qué puede hacer uno para identificar el punto ese en que está coladito del todo si no hay un lugar que vigilar con atención?

Podemos empezar un proceso de eliminación y ver adónde nos lleva. Por ejemplo, de cintura para abajo podemos tener la certeza de que no encontraremos nada. Enamorado hasta las uñas de los dedos de los pies es demasiado largo y corre peligro de descascarillarse; enamorado hasta las ternillas o los muslos es más propio de pucheros que de amor verdadero; las rodillas, los tobillos y el resto de articulaciones invitan a pensar en marionetas y pueden representar la realidad de algunos, pero no el amor consumado; y no vamos a confundir lo mecánico con lo espiritual, así que descartaremos también desde la ingle hasta la cintura. Podría alguno pensar en Aquiles por asociación con lo vulnerable y tratar de establecer un control en el tendón correspondiente, pero enamorado hasta el tendón suena cartilaginoso.

Las tripas están involucradas con seguridad, pero más como receptáculo de inseguridades provocadas por el proceso que como destino. Los pulmones sólo se involucran como fuelle, y los brazos son como las piernas. Quedan el esternón, la columna vertebral o la parte de atrás de las costillas, pero esos son las primeras víctimas donde rompe la punta de la flecha de Cupido.

Podemos desechar la cabeza, que no rige los asuntos del querer. Y la piel entera espera las primeras caricias, que vienen después.

Amar hasta las glándulas, hasta las mismísimas cocochas, es posible, pero enternecer nuestros tejidos con enzimas es más una fase necesaria que el horizonte final.

Llegamos por fin al sitio por el que deberíamos haber empezado: el corazón. Pero no por la parte de fuera, sino bien adentro, en los rincones que lo fusionan con los nervios, donde se siente con intensidad.

Nena, mis fibras de Purkinje están por ti.

Que lo sepas.